Kardinal Reinhard Marx, nadškof Muenchna in Freisinga, je papežu Frančišku zaradi preteklih in sedanjih zlorab v Cerkvi ponudil svoj odstop. Namen odstopa je razložil s svojim pogledom na odgovornost za svoja dejanja in dejanja Cerkve. Papež Frančišek je v pismu kardinalu Marxu pojasnil razloge za nesprejetje njegovega odstopa. Objavljamo izvirnik in slovenski prevod tega pisma.
Izvirnik pisma papeža Frančiška kardinalu Reinhardu Marxu
Querido hermano,
ante todo gracias por tu coraje. Es un coraje cristiano que no teme la cruz, no teme anonadarse delante la tremenda realidad del pecado. Así lo hizo el Señor (Fil 2. 5-8). Es una gracia que el Señor te ha dado y veo que vos la querés asumir y custodiar para que dé fruto. Gracias.
Me decís que estás atravesando un momento de crisis, y no sólo vos sino también la Iglesia en Alemania lo está viviendo. Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La política del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual. Los sociologismos, los psicologismos, no sirven. Asumir la crisis, personal y comunitariamente, es el único camino fecundo porque de una crisis no se sale solo sino en comunidad y además debemos tener en cuenta que de una crisis se sale o mejor o peor, pero nunca igual[1].
Me decís que desde el año pasado venís reflexionando: te pusiste en camino, buscando la voluntad de Dios con la decisión de aceptarla fuese cual fuese.
Estoy de acuerdo contigo en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo. Caer en la cuenta de esta hipocresía en el modo de vivir la fe es una gracia, es un primer paso que debemos dar. Tenemos que hacernos cargo de la historia, tanto personal como comunitariamente. No se puede permanecer indiferente delante de este crimen. Asumirlo supone ponerse en crisis.
No todos quieren aceptar esta realidad, pero es el único camino, porque hacer “propósitos” de cambio de vida sin “poner la carne sobre el asador” no conduce a nada. Las realidades personales, sociales e históricas son concretas y no deben asumirse con ideas; porque las ideas se discuten (y está bien que así sea) pero la realidad debe ser siempre asumida y discernida. Es verdad que las situaciones históricas han de ser interpretadas con la hermenéutica de la época en que sucedieron, pero esto no nos exime de hacernos cargo y asumirlas como historia del “pecado que nos asedia”. Por tanto, a mí juicio, cada Obispo de la Iglesia debe asumirlo y preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe?
El “mea culpa” delante a tantos errores históricos del pasado lo hemos hecho más de una vez ante muchas situaciones aunque personalmente no hayamos participado en esa coyuntura histórica. Y esta misma actitud es la que se nos pide hoy. Se nos pide una reforma, que –en este caso– no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia. Y toda reforma comienza por sí mismo. La reforma en la Iglesia la han hecho hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar a sí mismos por el Señor. Es el único camino, de lo contrario no seremos más que “ideólogos de reformas” que no ponen en juego la propia carne.
El Señor no aceptó nunca hacer “la reforma” (permítaseme la expresión) ni con el proyecto fariseo o el saduceo o el zelote o el esenio. Sino que la hizo con su vida, con su historia, con su carne en la cruz. Y este es el camino, el que vos mismo, querido hermano, asumís al presentar la renuncia.
Bien decís en tu carta que a nada nos lleva sepultar el pasado. Los silencios, las omisiones, el dar demasiado peso al prestigio de las Instituciones sólo conducen al fracaso personal e histórico, y nos llevan a vivir con el peso de “tener esqueletos en el armario”, como reza el dicho.
Es urgente “ventilar” esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado. No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos). Nos salvará abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez: “he pecado”, “hemos pecado”… y llorar, y balbucear como podamos aquel “apártate de mí que soy un pecador”, herencia que el primer Papa dejó a los Papas y a los Obispos de la Iglesia. Y entonces sentiremos esa vergüenza sanadora que abre las puertas a la compasión y ternura del Señor que siempre nos está cercana. Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16.
Me gusta como terminas la carta: “Continuaré con gusto a ser sacerdote y obispo de esta Iglesia y continuaré a empeñarme a nivel pastoral siempre y cuando lo retenga sensato y oportuno. Quisiera dedicar los años futuros de mi servicio en modo más intenso a la cura pastoral y empeñarme por una renovación espiritual de la Iglesia, como Usted incansablemente lo pide”
Y esta es mi respuesta, querido hermano. Continúa como lo propones pero como Arzobispo de Munchen und Freising. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: “apártate de mí que soy un pecador”, y escuchá la respuesta: “pastorea a mis ovejas”.
Con fraterno afecto.
FRANCISCO
[1] Existe el peligro de no aceptar la crisis y refugiarse en los conflictos, actitud que termina por asfixiar e impedir toda posible transformación. Porque la crisis posee un germen de esperanza, el conflicto – por el contrario – de desesperación; la crisis involucra … el conflicto – en cambio – nos enreda y provoca la actitud aséptica de Pilato: «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes» (Mt. 27, 24) … que tanto mal nos ha hecho y nos hace.
Vir: https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2021/documents/20210610-cardinale-marx.html
Slovenski prevod pisma papeža Frančiška kardinalu Reinhardu Marxu
Dragi brat,
Najprej hvala za tvoj pogum. Krščanski pogum se ne boji križa, ne boji se izničenja pred strašno resničnostjo greha. To je storil Gospod (Fil 2, 5-8). To je milost, ki ti jo je dal Gospod, in vidim, da jo želiš prevzeti in varovati, da bo obrodila sadove. Hvala.
Praviš mi, da preživljaš trenutek krize, in to ne samo ti, ampak, da jo doživlja tudi Cerkev v Nemčiji. Celotna Cerkev je v krizi zaradi vprašanja zlorab. Poleg tega danes Cerkev ne more narediti koraka naprej, ne da bi prevzela krizo. Nojeva politika ne vodi do ničesar, krizo pa je treba prevzeti v naši velikonočni veri. Sociologizmi in psihologizmi so neuporabni. Osebno in občestveno soočenje s krizo je edina plodna pot, saj človek iz krize ne pride sam, ampak v skupnosti, poleg tega pa moramo upoštevati, da iz krize pridemo boljši ali slabši, nikdar pa enaki. [1]
Praviš mi, da razmišljaš od lanskega leta: odpravil si se na pot, in iskal božjo voljo z odločitvijo, da jo sprejmeš, kakršna koli že bo.
Strinjam se s teboj, ko žalostno zgodovino spolnih zlorab in način, kako je Cerkev z njo do nedavnega ravnala, označuješ za katastrofo. Zavedanje te hinavščine na način žive vere je milost, je prvi korak, ki ga moramo narediti. Prevzeti moramo odgovornost do zgodovine, tako osebno kot skupnost. Ob tem zločinu ne smemo ostati ravnodušni. To sprejeti, pomeni vstopiti v krizo.
Ne želijo vsi sprejeti te resničnosti, vendar je to edini način, saj »predlogi« za spremembo v življenju brez »položitve mesa na žar« ne vodijo nikamor. Osebne, družbene in zgodovinske resničnosti so konkretne in jih ne smemo predvidevati z idejami; o idejah se sicer razpravlja (in dobro je, da se), vendar je treba resničnost vedno prevzeti in o njej razmišljati. Res je, da si je treba zgodovinske situacije razlagati s hermenevtiko časa, v katerem so se zgodile, vendar to nas ne oprošča odgovornosti in njihovega dojemanja kot zgodovine “greha, ki nas prevzema«. Zato mora po mojem mnenju vsak škof Cerkve to prevzeti in se vprašati: kaj naj storim ob tej katastrofi?
Več kot enkrat smo izrazili “mea culpa” zaradi tolikih preteklih zgodovinskih napak, čeprav v tej zgodovinski situaciji nismo osebno sodelovali. In ta ista drža je tisto, kar se danes zahteva od nas. Od nas se zahteva reforma, ki – v tem primeru – ni v besedah, temveč v držah, ki imajo pogum, da se znajo spraviti v krizo in prevzeti resničnost ne glede na posledice. Sleherna reforma se tako začne. Reformo v Cerkvi so izpeljali moški in ženske, ki se niso bali vstopiti v krizo ter dopustili, da je njih same reformiral Gospod. To je edina pot, sicer ne bomo več kot “reformni ideologi”, ki svojega lastnega telesa ne postavljajo na kocko.
Gospod ni nikdar “delal reforme” (dovoli mi izraz) z načrti farizejev, saducejev, zelotov ali esenov. Reformo je izpeljal s svojim življenjem, s svojo zgodovino, s svojim telesom na križu. In to je pot, ki jo, dragi brat, sprejemaš, ko ponujaš odstop
V svojem pismu dobro praviš, da nas pokop preteklosti ne vodi do ničesar. Tišine, opustitve, dajanje prevelike teže prestižu institucij vodijo le v osebni in zgodovinski neuspeh in nas vodijo, da živimo s težo “imeti okostja v omari”, kot pravi pregovor.
Nujno je “prezračiti” to resničnost zlorab in tega, kako je to Cerkev reševala; ter dopustiti, da nas Duh vodi v puščavo žalosti, križa in vstajenja. Slediti moramo poti Duha, začetek poti pa je ponižno priznanje: zmotili smo se, grešili smo. Ankete in moč institucij nas ne bodo rešili. Prestiž naše Cerkve, ki je nagnjena k prikrivanju svojih grehov, nas ne bo rešil; niti nas ne bosta rešila moč denarja in javno mnenje (tolikokrat smo od njega preveč odvisni). Rešilo nas bo, da bomo odprli vrata Edinemu, ki to zmore, in priznali svojo nagoto: “Grešil sem”, “grešili smo” … in jokali in jecljali, kolikor zmoremo, “pojdi od mene gospod, ker sem grešnik”, dediščina, ki jo je prvi papež zapustil papežem in škofom Cerkve. In takrat bomo začutili tisto zdravilno sramoto, ki odpira vrata sočutju in nežnosti Gospoda, ki nam je vedno blizu. Kot Cerkev moramo prositi za milost sramu in da nas Gospod obvaruje biti sprijena vlačuga iz 16. poglavja knjige preroka Ezekiela.
Všeč mi je, kako skleneš pismo: »Z veseljem bom še naprej duhovnik in škof te Cerkve in še naprej se bom zavzemal na pastoralni ravni, dokler se bo to vam zdelo smiselno in koristno. Prihodnja leta svojega služenja bi rad intenzivneje posvetil pastorali in si prizadeval za duhovno prenovo Cerkve, za kar vi neumorno prosite. ”
In to je moj odgovor, dragi brat. Nadaljuj, kot predlagaš, vendar kot nadškof Münchna in Freisinga. In če te mika misliti, da te ta rimski škof (tvoj brat, ki te ima rad) s potrditvijo tvojega poslanstva in nesprejetjem tvojega odstopa ne razume, misli na to, kar je Peter čutil pred Gospodom, ko je na nek način odstopil: “pojdi od mene Gospod, ker sem grešnik« in prisluhni odgovoru: “pasi moje ovce.”
Z bratsko naklonjenostjo.
Frančišek
[1] Obstaja nevarnost, da ne bomo sprejeli krize in se zatekli v konflikte, kar na koncu zaduši in prepreči morebitno preobrazbo. Ker ima kriza seme upanja, konflikt – ravno nasprotno – pa obupa; kriza vključuje… konflikt pa nas – namesto tega – zaplete in izzove brezbrižno držo Pilata: «Nedolžen sem pri krvi tega človeka. Vi glejte!”(Mt. 27, 24) … ki nam je in še vedno povzroča toliko škode.
Prevod: Janez Cerar